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ESBOZO PARA UNA (ESQUIZO) HISTORIA

Documentos de trabajo

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Acraturesis, albornoz. Collage a partir del material del archivo de M. Ramos. CDMX, 2021

INTRODUCCIÓN

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Maqueta para un video-ensayo. Emilio Bassail. CDMX, 2022. 

Este es un proyecto de investigación en torno al archivo de mi tío, M. Ramos. Mi tío fue un ¿teólogo?, ¿historiador?, ¿amateur?, que en los años 70´s tuvo un quiebre psíquico que lo llevó a temer el fin del mundo y a imponerse un encierro total que duró por más de 30 años y que concluyó hasta el día de su muerte. Dentro de este periodo de aislamiento él produjo una serie masiva de documentos de investigación que abren interrogantes en torno a la naturaleza de la historia, del espíritu y de la sexualidad. Dichos archivos nunca fueron publicados o diseminados y solo aparecieron hasta que los encontré abandonados en su departamento, años tras su muerte. 

Si bien los documentos a veces son ininteligibles y las intenciones detrás de su trabajo muchas veces no son claras, creo que es posible crear una lectura alterna que ponga énfasis en aquellas cosas que no son dichas y que sin embargo son transmitidas en este archivo. Creo que al observar las marcas, las censuras, los tachones, los patrones y las líneas de énfasis, podemos llegar a imaginar posibles hipótesis para interpretar el archivo y las intenciones detrás de él. 

Retrato de M. Ramos en su infancia. 
Nota: Para proteger la privacidad de los involucrados, los nombres han sido cambiados y los datos que podrían ser usados para identificar a los sujetos involucrados, han sido borrados. 

Al revisar este archivo, los documentos sugieren ciertas preocupaciones por temas como la construcción de la temporalidad histórica, por la articulación de la espiritualidad dentro de un encuadre temporal y, por otro lado, por ciertas interrogantes en torno a la sexualidad, la reproducción y la conciliación de la espiritualidad y materialidad humana. Si bien el archivo no cuenta con una guía de lectura y la interpretación de los documentos queda relegada al lector o interprete de esto, me parece que sería un error considerar estos documentos como meros desvaríos o síntomas de una locura que haría ilegible este archivo. Por el contrario,  creo que gran parte de estos documentos hablan de preguntas vitales que trascienden al individuo y cuya particularidad nos habla de grandes temas que atraviesan toda subjetividad humana.

 

Por otro lado, esta investigación está atravesada por un eje transgeneracional, que busca nombrar y desenmarañar el trauma que se extiende a través de la familia y que ha permanecido como silencio, como mito, como repetición, enfermedad y sufrimientos a través de generaciones. Creo que al examinar el archivo y tratar de decir aquello que se esconde entre líneas, quizás sea posible crear un punto de quiebre para ciertos sufrimientos que se extienden a través de generaciones sin un momento de cristalización, narración y actualización.

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EL ESPACIO

En el 2020 me mudé al departamento que le perteneció por muchos años a mi tío, M. Ramos. El espacio, tras su muerte, quedó abandonado preservando las cosas tal como él las dejó. Mi tío vivió casi totalmente aislado durante los últimos años de su vida y el estado general del departamento hablaba de un enorme abandono y soledad. Las cosas estaban casi en estado de ruina: había plagas de roedores, paredes que se caían a pedazos, tuberías completamente corroídas, una capa espesa de nicotina en todos los muros.

El estado del departamento en el 2016.  CDMX, 2016. 

Dediqué casi un año a remodelar el lugar y convertirlo en un espacio habitable. Durante este proceso encontré una serie de documentos extraños que abrieron mi curiosidad: Por un lado encontré cajas con miles de lineas de tiempo dibujadas a mano que documentan la historia de cientos de civilizaciones diferentes, de diferentes periodos, de diferentes lugares. Por otro lado, encontré que en su biblioteca de cientos de tomos, prácticamente todos los libros habían sido intervenidos y ciertas palabras, conceptos e imágenes habían sido tachonados como un estilo de censura. ¿Qué había sucedido aquí? ¿En qué estaba trabajando mi tío? Fueron las preguntas que me hice en aquel entonces.

Algunas de las primeras imágenes que llamaron mi atención. CDMX, 2016. 

M. RAMOS

Mi tío fue un personaje que conocí poco en vida. Cuándo visitaba a mi familia me pedían que me escondiera y que no interactuara con él. Recuerdo habérmelo encontrado un par de veces caminando por la calle y notar una serie de extraños manierismos y tics, como dudando intensamente sobre la dirección de su siguiente paso, tembloroso, como considerando variables invisibles para los demás. Y a pesar de que nos conocimos poco en vida, mi interacción con todos los artefactos y documentos que dejó me ha acercado de una manera extremadamente íntima en estos últimos años.

 

La historia que me contó mi madre es que mi tío estaba involucrado en temas esotéricos. Que había realizado estudios avanzados en teología y había formado parte de varias sectas o grupos religiosos. Al parecer sus estudios lo habían acercado a técnicas y prácticas orientales de meditación y espiritualidad.

Mi madre decía que dentro de estas prácticas mi tío construyó una pirámide que suspendió del techo de su departamento y que, bajo ella, se puso a meditar durante un mes sin descanso. Y que, al parecer, tras salir de ese trance intenso, algo cambió en él para siempre.

Por otro lado, mi padre cuenta que desde siempre había notado que a veces mi tío parecía tener algunas ideas extrañas. Él cuenta que tenía la tendencia a interpretar algunas claves como elementos esencialmente persecutorios. Que a veces hablaba de que era perseguido por agentes del gobierno o la policía. A veces al escuchar un helicóptero a la distancia, él estaba en la certeza de que lo estaban buscando a él.

Mi tío permanece bajo esa rutina por más de 30 años hasta que un día, casi de la nada, pide a mi familia ayuda pues dice sentirse demasiado mal. Inmediatamente mi familia lo lleva al hospital, ahí es diagnosticado con cáncer en el estómago. Los doctores dicen que el proceso ya está demasiado avanzado y que no queda mucho por hacer. Al día siguiente muere.

A sus 30 años, contaba mi madre, mi tío, tras un intenso mes de meditación, tiene un quiebre psíquico. (Es curioso que siempre al contarme este dato, mi madre hacía hincapié en que 30 años es la misma edad en la que Jesús comienza su misión espiritual). Tras este "quiebre", mi tío es internado por un periodo breve en instituciones psiquiátricas. En ellas es diagnosticado con esquizofrenia paranoica. Los documentos oficiales narran cómo mi tío al parecer se encontraba perturbado por cierta certeza sobre un fin del mundo inminente. Los doctores especulan que estas ideas apocalípticas fueron provocadas por su asociación con grupos religiosos.

Al poco tiempo mi tío es liberado y regresa a su departamento. Él toma la decisión de no tomar ningún tipo de medicación para tratar sus síntomas pues, según él, los medicamentos antipsicóticos tienen efectos secundarios casi paralizantes. A partir de ese momento su vida consiste en periodos de extremo aislamiento. Mi familia lo mantiene económicamente y le entrega cada semana ropa limpia y dinero para comer. Nadie sabía exactamente en qué ocupaba su tiempo.

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Retrato de M. Ramos dibujado desde la memoria.
Emilio Bassail, 2022.

EL ENCIERRO

En el 2020, coincidiendo con mi mudanza a aquel departamento de avenida universidad, comienza el encierro mundial provocado por la pandemia del COVID. En los primeros meses prácticamente todo queda paralizado: el gobierno, servicios, los hospitales, etc. Hay un caos generalizado. Yo, incapaz de hacer los trámites legales que me permitirían tomar posesión legal del departamento, tengo que recurrir a tácticas un poco extrañas para lidiar con trámites administrativos.

Mi tío comparte el mismo nombre que mi abuelo, el cual yo heredé también de manera parcial como un segundo nombre. De tal forma, para agilizar los trámites administrativos, eliminé un par de palabras en mi nombre y comencé a usar el nombre de mi tío.

 

Por otro lado, al encontrar sus objetos personales, pronto comencé a vestir su ropa, a usar las herramientas que había dejado atrás, incluso a fumar cajetillas de cigarros que había dejado intactas. Y así las cosas se fueron sumando: me di cuenta que ya había adoptado su nombre, vestido su ropa, leído sus libros. Era como, sin advertirlo, de pronto ya me encontrara encarnando o habitando un fantasma.

Sumado a todo esto, me encontraba en un encierro total y un aislamiento del mundo entero en una época que parecía particularmente apocalíptica, revisando lineas de tiempo hechas por un hombre que temía el fin del mundo.

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